Nutrición y sistema inmune

El sistema inmune constituye la principal barrera que posee el ser humano para protegerse de infecciones y agentes patógenos. Consta de varias «líneas de defensa»: la primera es un conjunto de barreras naturales presentes en el propio organismo (tales como la piel, mucosas, saliva…). Una vez que el agente patógeno o compuesto nocivo atraviesa estas barreras, el sistema inmune inicia mecanismos activos de defensa (1). Por un lado, la inmunidad innata (también llamada natural o inespecífica), que permite controlar a la mayor parte de los agentes patógenos (2); en ella participan diferentes células como los granulocitos (neutrófilos, basófilos y eosinófilos), macrófagos, linfocitos células natural killer (NK) y componentes solubles como citoquinas o factores del complemento (3,4). La microbiota intestinal también contribuye al desarrollo del sistema inmunitario, concretamente de la mucosa intestinal, ya que entre el 70-80% de las células productoras de inmunoglobulinas se localizan en ella (5).

Cuando la respuesta innata no es suficiente para proteger al organismo, se pone en marcha la inmunidad adaptativa (también llamada adquirida o específica); ésta suministra una respuesta específica frente a cada agente infeccioso, y se divide en respuesta humoral (mediada por linfocitos B) y celular (linfocitos T). Esta respuesta adaptativa posee memoria inmunológica, lo que hace que la respuesta sea más efectiva si existe una segunda exposición al patógeno.

La alimentación juega un papel clave en el correcto funcionamiento del sistema inmune. La relación entre uno y otro, conocido como “Inmunonutrición” es una ciencia relativamente reciente. Mientras que las primeras investigaciones se centraban en el efecto de la desnutrición o la deficiencia de nutrientes específicos, en la actualidad el interés se ha desplazado al papel de los patrones alimentarios o de la ingesta de determinados nutrientes en la prevención de enfermedades, en especial de las conocidas como enfermedades crónicas no transmisibles (6).

La European Food Safety Authority (EFSA) reconoce que ciertas vitaminas como la vitamina A, vitamina D, vitamina C y vitaminas del grupo B (B12, B6 y ácido fólico) y ciertos minerales como el selenio, el hierro, el cobre y el zinc contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmune (7). No obstante, cabe destacar que ningún nutriente por sí solo es capaz de prevenir o curar, por lo que es importante seguir una dieta variada y equilibrada, ya que cualquier desequilibrio nutricional tanto por exceso como por defecto de uno o varios nutrientes puede comprometer la eficacia de nuestro sistema inmune (8).

La vitamina C la podemos obtener de diferentes frutas y verduras; la vitamina A, de hortalizas de color naranja, huevos y quesos. El ácido fólico lo encontramos en granos enteros, verduras o frutos secos, y la vitamina B6 de granos integrales o legumbres. Los pescados y mariscos nos aportan vitaminas como la B12, la B6 y minerales como el selenio y el zinc; algunos mariscos como los mejillones nos aportan otro importante mineral: el hierro.  El cobre lo podemos encontrar en alimentos como el queso o las ostras (9).

Por su parte, las barritas Krissia®, además de ser fuente natural de proteínas y omega-3, nos aportan selenio y vitamina B12 (10).

Además de la importancia de seguir una dieta sana y equilibrada para el correcto funcionamiento del sistema inmune, es también relevante llevar a cabo unos hábitos de vida saludables, como ejercicio físico regular, descanso suficiente y bienestar emocional.

Bilbiografía

  1. Cátedra extraordinaria Universidad Complutense de Madrid [sede web]. Inmunidad. Madrid [acceso en septiembre 2020]. Disponible en: https://www.ucm.es/catedra-ucm-clas/inmunidad
  2. Mark Shlomchik, Paul Travers, Mark J. Walport. Garland Pub. Immunobiology: The Immune System in Health and Disease by Charles Janeway (Editor). 5th edition, New York. Garland Science; 2001.
  3. Zapatera B, Prados A, Gómez-Martínez S, Marcos A. Inmunonutrición: metodología y aplicaciones. Rev Esp Nutr Comunitaria 2015;21(Supl. 1):144-153 ISSN 1135-3074
  4. Romeo J, Pérez de Heredia F, Gómez-Martínez S, Díaz LE, PozoRubio T, Marcos A. Food Supplements and Immune Function in Humans. In: Bioactive Food as Dietary Interventions for Arthritis and Related Inflammatory Diseases. Watson R, Preedy V, eds. San Diego, CA, USA: Academic Press; 2013, pp.145-56.
  5. Segurola Gurrutxaga H, Cárdenas Lagranja G, Burgos Peláez R. Nutrientes e inmunidad. Nutr Clin Med 2016; X (1): 1-19 DOI: 10.7400/NCM.2016.10.1.5034
  6. Moreno-Villares JM, Collado MC, Larqué E, Leis-Trabazo MR, Sáenz-de-Pipaon M, Moreno-Aznar LA. Los primeros 1000 días: una oportunidad para reducir la carga de las enfermedades no transmisibles. Nut Hosp 2019; ,36:218-32.
  7. Reglamento (CE) Nº 1924/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 20 de diciembre de 2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos.
  8. Marcos A, Nova E, Perdigón G, de Moreno A. Nutrición e inmunidad. En Serra Majem L, Aranceta J, editores. Nutrición y salud pública. Métodos, bases científicas y aplicaciones. 2ª edición. Barcelona: Masson; 2006. P 482-490.
  9. Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. Base de Datos Española de Composición de Alimentos [sede web]. Madrid: AECOSAN; Disponible en: http://www.bedca.net/
  10. Reglamento (UE) nº 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor.